sábado, 22 de noviembre de 2008

martes, 24 de junio de 2008

ArthumanisJunio

Simbología tribal Colombiana. Humanisrojo
Los símbolos corresponden a la
Cultura Agustiniana asentada en el macizo colombiano.

domingo, 15 de junio de 2008

LA ÚLTIMA PREGUNTA

El agnosticismo y el misticismo se tocan. Maurice Blondel (1891-1949), filósofo católico, puso en entredicho su propia fe: "¿la vida humana tiene sentido, el hombre tiene un destino?" en diversas obras que analizan la cuestión de la trascendencia. Una vez escribió:
Oigo decir que esta apariencia de ser que se agita en mí, estas acciones ligeras y fugitivas de una sombra, llevan en sí una responsabilidad eternamente pesada, y que, incluso pagando el precio de sangre, no puedo comprar la nada porque para mí ya no existe: ¡estaría entonces condenado a la vida, condenado a la muerte, condenado a la eternidad! ¿Cómo y con qué derecho si ni lo supe ni lo quise?
El filósofo se hace las mismas preguntas que todos: ¿de dónde vengo, adónde voy, cuánto tiempo tengo? Y no encuentra respuesta fácil...
(Pé de J. Pauner desde Tuxpan, Veracruz, México).

miércoles, 21 de mayo de 2008

ArthumanisMayo



Pintura al Oleo


Banco roto. Lloret, Costa Brava España. Humanis Rojo.


Veleros. Aunque no se aprecia en la fotografía, el sol es un taquito de madera, el mar está hecho con sal y la playa con granos de arroz. Humanis Rojo.




lunes, 19 de mayo de 2008

ATEMPORALIDAD

Atemporal, Jalaludin Rumi nos habla desde el Siglo XIII para recordarnos que, "lo nuevo, es viejo"...
Fuera, la noche helada del desierto.
La otra noche, en el interior, se caldea y se ilumina.
Deja que el paisaje se cubra de una costra espinosa,
aquí tenemos un jardín.
Continentes, ciudades y aldeas
se chamuscan y todo se convierte en una bola tiznada.
Las noticias que escuchamos pronostican un futuro doloroso
pero aquí dentro la verdadera novedad es que no hay novedad.
(Pé de J. Pauner, desde Tuxpan, Veracruz)

domingo, 11 de mayo de 2008

Maullido

maullido (en forma de homenaje a Allen Ginsberg)
Por Ivan Pujol

Aquél que fluye anda en las ramas,
colgado del cielo, flotando en la tierra,
buscando incansablemente ese espacio líquido que permite deslizarse
como el agua en tus manos, como el mar en la arena
cual sangre en su vena.

Mi cuerpo es un constante vaivén de líquidos que giran en torno al corazón,
y así, como mi sangre, yo fluyo,
fluyo en busca del gran corazón universal,
que es el único corazón
y el de todas las especies.

Ese que existe detrás de los muros y que no se ve,
ese que rompe cualquier frontera, cualquier sucia bandera
y que no tiene color.

Camino lo más despacio posible, camino con el ritmo del cielo
que es el bit más lento, el más lento que hay,
más lento aún que ese blues triste que sólo Eric borracho sabe tocar,
llorando y dejando que sus manos fluyan sobre el mástil,
y así como las notas cantan su canto de amor,
así me deslizo maullando a la luna en las noches obscuras llenas de frío.

Dolce fare niente

Dolce fare niente
Por Blanca Mart

No sé lo que me hubiera ocurrido en otra época, no sé si los avatares de la vida hubieran discurrido de otra manera, en otro lugar o en otro tiempo. Pero aquí en esta hermosa casa aristocrática rodeada de campos, en este nuestro siglo XIX, la verdad, me ha ido bastante bien.
Aunque siempre hay algo que impide que se llegue a la perfección. No me quejo pero mi familia es una gente activa a pesar de su abolengo y eso me turba, pues mi indolencia que cuido y festejo y en la que casi me profesionalizo les llama la atención.
Si fueran sensatos no tendrían por qué preocuparse, pero mi madre es una dinámica dama que corre para aquí y para allá, gobierna la casa, cuida de todos, organiza el servicio, ha casado muy bien a sus cinco bellas hijas, y en lugar de sentarse cómodamente en los amplios galerías y salones, a ver el dorado sol de la tarde, organiza fiesta tras fiesta, trae invitados, me presenta a mí, su encantador hijo, único y soltero, Adolfo, a las bellas jóvenes posibles nueras.
Mi padre igual, no crean. Y yo, me pregunto ¿de qué les sirve ser condes, y ricos y encima estar provocadoramente sanos, si malgastan sus energías en tanta actividad? Mi respetable progenitor cuida su biblioteca, se reúne con los amigos, sale a cazar ¡a cazar, Dios mío! Viaja de tarde en tarde a París con mi madre -y en ocasiones solo-, cuida sus rentas, vigila a sus secretarios, abogados y ayudantes pues tiene enorme fortuna y tierras que preservar y digo yo: ahí está el punto. Si tenemos un patrimonio que va a permitir que mis biznietos vivan muy bien, sin trabajar ¿Para qué demonios tanto movimiento y tanta alharaca?
A mí no me gusta.
Como consecuencia de todo esto y para que estuvieran satisfechos y no turbaran mi tranquilidad, les he solicitado nos reuniéramos en el gran salón y ya juntos los tres en gran armonía, les he confesado que me encanta la vida que llevo. O sea levantarme cuando el rey sol está bastante, bastante alto, tomar el baño y el desayuno que me han preparado. El desayuno en el jardín de poder ser. Caminar por nuestras vastas propiedades. Descansar tomando un exquisito aperitivo, comer y dormir una placida siesta. Recibir alguna breve visita de algunos amigos que no me molesten demasiado y caminar un poco antes de la puesta del sol, que me gusta contemplar tumbado cómodamente en los sofás repletos de cojines de la galería oeste.
Luego prepararme para la cena y cenar. Delicioso momento. Puro y brandy en la biblioteca con papá, es algo que está bien o incluso con amigos y alguna salida a la ciudad a la ópera o a algún burlesque. Puedo hacer esto, todos los días de mi vida hasta los noventa años sin ningún problema. Sin aburrirme y disfrutando. Un día me casaré claro, estoy de acuerdo. Y de preferencia me gustaría una mujer bella, pero dinámica como mamá, que vigile desde las rosas del invernadero hasta el libro más escondido de la biblioteca, pasando por las caballerizas y las tierras, pero que yo pueda seguir mi amable rutina. Si se puede ¿por qué no?
Pero, ay, dado que mi tranquila, relajada y sabia actitud ante la vida ha inquietado en extremo a mis padres, he tenido que inventar algo y les he propuesto una segunda reunión. La idea se me ocurrió en el teatro; había ido con Óscar y Ernesto. Íbamos elegantes, con nuestros fracs y nuestros bastones dorados; mi cabello rubio caía con indolencia sobre mi frente y veíamos los ojos de las jóvenes más bellas mirando nuestras estampas al contraluz. Allí estábamos, fuertes y jóvenes dispuestos a disfrutar de la vida – con lo que sea que cada uno entienda lo que es disfrutar-. En el entreacto salimos al salón y entonces vimos a un joven de cabello alborotado y gesto indolente; ahora las jóvenes dirigían sus miradas hacia él. ¿Quién es?, pregunté intrigado, pues no tenía nuestra prestancia, nuestra presencia,
-Es poeta –contestó Óscar.
-Dedica su vida a eso –confirmó Ernesto-. No hace nada más que escribir línea tras línea. Todo el día tumbado sobre sus papeles.
“Tumbado”. ¿Tumbado había dicho?
-¿Nadie le reclama su sedentarismo? –pregunté.
-No, pues es poeta.
Miré a las damiselas. Sólo una me seguía mirando a mí: Florina. ¡Ah!, Florina, tan bella y exquisita, fuerte y dinámica, adorada por mi madre. ¡Claro, Florina! Me dirigí hacia ella. En ese momento, nos prometimos.
Muchas ideas germinaron aquella noche en mi mente.
Así que tuve que volver a solicitar cita con mis queridos padres y les confesé dos cosas: Una que era poeta, que escribía en secreto y necesitaba soledad e indolencia. Cuando me veían tumbado o paseando: mi alma creaba, se expandía, se unía al universo todo.
Lágrimas de felicidad inundaron las mejillas de mi madre.
La segunda noticia les llevó al climax: ¡Casarme con esa bella, rica y activa joven!
Esas sabias decisiones me proporcionaron muchos años de relajada tranquilidad. Aunque bien es cierto, que de vez en cuando escribía algo o me lo copiaba de algún libro y lo leía en familia.
Cerca de mi cama, de mis sofás, de los sillones de mi despacho siempre había papel y pluma, que yo emborronaba un poquillo, pues toda felicidad tiene su penitencia.
Sólo exigí que jamás nada mío fuera publicado. Y así se hizo.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::..
Cuando tras una larga y tranquila vida, “un dulce hacer nada”, me morí, me fui al infierno directo, cosa que de momento me sorprendió.
Me llevaron a un enorme despacho lleno de papel, de plumas, de tinta, de libros. Mi vigilante era un demonio llamado George, elegante y atildado, de ojos verdes y bigote negro y retorcido. Un verdadero dandy.
-Tu penitencia será trabajar durante veinte horas al día en poesía, Deberás leer, reseñar, y aprenderte todas esas obras. Empieza por el Infierno de Dante.
-Muy propio. ¿Y las otras cuatro horas?
-Escribirás poesía.
-¿Y si me niego?
Sonrió pérfidamente.
-Al fuego. Y no te mueres, te aviso.
Claro, me puse a trabajar, pero antes le pregunté.
-¿Esto es por indolente? ¿Pago mi pereza?
Me miró con ira, con desesperación, con el ansia del enamorado que jamás obtendrá el amor.
-Pudiste leerlos a todos, pudiste… ¿Reconoces estos versos?
Y el demonio, emocionado, leyó:
"En la isla de Albión vivió en otro tiempo un joven...".
-Me suena.
-¡Claro que te suena, infeliz, los recitabas como tuyos! ¡Son de Lord Byron!
Mi estupefacción me llevó a entender. Mi vigilante amaba a los poetas. Sufría por ellos, soñaba en sus versos, en la cadencia de la música lograda. ¡Maldita sea! ¿Es que me tendría leyendo aquellas simplezas toda la eternidad?
Su sombra se cernió sobre mí. Elegante, altivo, un dandy enamorado.
-No estás aquí por tu pereza. Estás aquí por tu mentira. Págala.
Y sentí el enorme vacío de su alma, su insaciable sed por haberles conocido, la envidia, la desesperanzada avidez por haber vivido mi vida.
Y, deduje que no lo íbamos a pasar muy bien.
Quizás entre verso y cadencia, llegara la redención.

jueves, 8 de mayo de 2008

Minicuento

Teoría
Por Aldo Alba

"...Las causas de extinción pudieron haber sido:
Un cambio brusco en la temperatura del planeta,
agotamiento total de los recursos naturales,
epidemias a nivel mundial, elevación de los niveles
de la D-Aletrina, estupidez pura...
Podríamos seguir hablando de teorías,

pero nunca lo sabremos a ciencia cierta".

Explicaba la cucaracha paleontóloga al examinar los cráneos humanos que sostenía en sus patas.


Ilustración de BEF
Cuento e ilustración publicados en "Los cuentos del Alba", Editorial Resistencia.

sábado, 3 de mayo de 2008

Enrique Alfaro Llarena - blog literario

Propagandita:

Este blog, de un amigo escritor, contiene textos brevísimos, hermosos, literarios. Si lo leen verán por qué digo lo que digo:

Blog de Enrique Alfaro Llarena.

Historias perdidas

—Esto no es un cuento de hadas —dijo La Niña riendo y me devolvió El Libro cerrado.

Yo lo sabía, que no era de hadas el cuento, pero no tuve otro remedio cuando, al tratar de darle algo que complaciera sus demandas, no me encontré más que con El Libro. Dudé mucho antes de dárselo, al final acabé extendiéndole la mano que sostenía el volumen, sin mirarla a los ojos, sintiéndome un poco culpable por mentirle deliberadamente.

La Niña es una niña lista, así que no hizo reproches innecesarios, leyó la historia, me devolvió El Libro y ya.

Es un libro en realidad singular, que le cuenta a uno la historia que quiere. La que quiere Él, desde luego, no la que uno espera. Eso lo sé desde hace tiempo, cuando mi sonrisa aún era semejante a la de La Niña.

En fin, me lo regalaron unos tíos un poco extravagantes —por cierto que nunca supe bien de qué rama familiar eran—, un día llegaron con un ejemplar de historias “de piratas” para mí, muy contentos, porque las ilustraciones interiores eran preciosas. Todo él es muy bello, lo noté desde la primera vez que lo tuve en mis manos, y las ilustraciones en su interior eran, efectivamente, hermosas, pero no era una historia de piratas. Me decepcioné un poco, porque a esa edad uno quiere leer lo que cree que va a leer y ninguna otra cosa, y no presté mucha atención a lo que contaba. Trataba, creo recordar vagamente, de un señor que se convertía en perro a veces y otras en un coyote solitario. Yo ya había visto una película del hombre lobo y la historia no me gustó mucho.

El Libro terminó irremediablemente olvidado entre cajas de cartón con muñecos rotos y viejos álbumes de estampas nunca completos del todo.

Cuando volví a recordarlo fue años después, en la escuela. Se hacía una colecta para niños de escuelas rurales y los libros eran algo que los maestros pedían insistentemente. Creí que tal vez El Libro les gustaría más a niños que vivieran en un sitio parecido al que la historia dibujaba. Lo desempolvé y lo metí en una bolsa de papel para dárselo al comité de ayuda, incluso llevé un par de álbumes de insectos y dinosaurios con estampas raras. Mi maestra de Lectura y Redacción vio cuando lo sacaba de la bolsa y le llamó la atención, me lo pidió para hojearlo y yo tuve que entrar al salón a clase de Problemas Socioeconómicos de la Nación. Cuando salí, la maestra estaba sentada en el pasillo, en la misma banca, y concentradísima en El Libro. Le pregunté si había estado allí los cincuenta minutos de clase y me miró un poco extrañada, en vez de responder a mi pregunta me dijo:

—Yo que tú me quedaba con él, es la narración exacta de una de las travesías de Drake, uno de los piratas más famosos y los grabados son preciosos; primero pensé que tal vez se tratara de un cuento de vampiros, o algo parecido, pero ya vi que no. Si quieres deshacerte de él véndelo, en una escuela de ésas nadie lo va a saber apreciar, y tú te vas a hacer de un buen dinero. Si lo vendes avísame, quizá me sirva para estudiar ciertos giros léxicos. Parece que quien lo escribió viajaba en el barco del Capitán en ese entonces, era un marinero español que se salvó del naufragio de un barco de pasajeros y se pasó a la banda de Drake cuando los conoció, en una isla del Pacífico. Es realmente muy interesante, no sabía de un documento de esta naturaleza.

Yo la escuché con cara de pasmo, no recordaba tener un texto con una historia como esa y, lo peor, cuando yo leí El Libro no tenía ninguna historia del mar, y ahora sí. Después de devanarme un poco los sesos llegué a la conclusión de que era tal vez algún cuento que había olvidado, de la época en que mi pasión por los piratas era muy grande, no el libro que creía que era. De todos modos decidí conservarlo, no por lo que me dijo la maestra, sino porque me intrigó la historia del marinero español, así que decidí leerlo esa misma noche, en casa.

No tuve la oportunidad de leerlo ese día, ni durante mucho tiempo, por una cosa o por otra, luego se me fue borrando de la memoria nuevamente y lo dejé por allí, entre los libros que me dejaban leer en la escuela y libretas de cursos pasados llenas de apuntes inservibles.

Me gradué en la escuela y asistí a la Universidad, y me fui convirtiendo en una persona adulta; durante un tiempo fui sólo eso, una persona adulta de hábitos solitarios. Fue un poco después que conocí a La Niña.

Si he de hacer justicia diré que ha sido siempre una niña muy bonita, con grandes ojos negros y un cabello ondulado y suave. La conocí caminando en medio de una multitud apresurada y llena de bolsas con logos; era la única que parecía saber hacia donde iba, la única que no iba a ningún lado y la única que no tenía prisa ni bolsas ni teléfono celular.

Supongo que se dio cuenta de cómo la miraba, y espero no tener que explicar por qué me enamoré de ella instantáneamente. Por supuesto La Niña sólo se echó a reír, luego levantó su mano pequeña para que la mía la tomara y me dijo que la llevara conmigo.

Después de dar unas cuantas vueltas por la ciudad nos fuimos a mi casa y ella cenó galletas con leche. La miré dormir toda la noche, mientras pensaba que no podía creer en mi suerte.

Desde entonces tomó para mí el lugar más importante en el mundo, además ella fue la que me explicó un montón de cosas importantes de la vida que yo ignoraba. Es muy cariñosa conmigo, siempre toma mi cara entre sus manecitas y me habla de mi gran dosis de tontería adulta, mientras me despeja una incógnita más.

La Niña y yo establecimos desde el principio, en una especie de pacto, una dinámica simple, ella me pide lo que quiere y yo se lo doy, en el acto y sin protestar, a cambio ella me acompaña y me transmite trozos de su pequeña sabiduría.

Por eso fue que me vi metido en un gran problema cuando exigió un cuento de hadas. Quería leerlo antes de dormirse y era una hora imposible para correr a cualquier librería. Para ese entonces su curiosidad había agotado ya mi exigua biblioteca e incluso mis álbumes y mis juguetes viejos. Así que, ateniéndome al pacto y no teniendo forma de ofrecerle nada más, le di El Libro.

Pensé que tal vez le gustaría leer una historia de piratas o de nahuales que, dicho sea de paso, aunque no son hadas exactamente, no se puede negar que su naturaleza está más cercana a la de estas criaturas casi siempre aladas, que a la nuestra. El caso es que se puso a leer El Libro y después de un rato estaba totalmente enfrascada en la lectura. Me sentí aliviado, porque al menos no se aburriría antes de dormir y porque tenía la esperanza de que por esta vez, a pesar de no haber cumplido su deseo al pie, me disculpara.

El final de la historia parecía muy gracioso pues de repente ella se empezó a reír mientras pasaba la última página.

—Esto no es un cuento de hadas —dijo La Niña riendo y me devolvió El Libro cerrado.

—Ya lo sé, pero no tenía nada más, así que te lo di porque era lo único que tenía a mano.

Convinimos en que me perdonaba y luego me dijo que era un libro muy bonito, con dibujos excelentes y que esa historia del vampiro con un final tan inesperado le había gustado mucho. Yo me sorprendí cuando dijo la palabra vampiro, no porque los vampiros me asusten particularmente, sino porque, según recordaba, ese Libro nunca había narrado cosa semejante. Entonces le conté de los tíos y los piratas y el Capitán Drake y los coyotes y la maestra de Redacción, años antes. Ella me escuchó con mucha atención, como siempre hacía cuando me escuchaba, y luego se quedó pensando un rato. Se sentó al borde de la cama balanceando los pequeños pies descalzos, que sobresalían de su camisón de franela, en el aire.

—Eso significa que es un Libro de Historias Perdidas —dijo luego de un rato de pensar mucho—. Es un Libro de Historias Perdidas que se quedó extraviado, si quieres te cuento de dónde viene.

—Bueno —le dije—, pero me lo cuentas mañana, porque es muy noche y debes dormir como una niña buena.

Palmeó un poco con emoción y dijo que sí, que me lo contaría todo al día siguiente, luego del desayuno.

Al otro día, cuando acabamos de desayunar me preparé para escuchar a La Niña, porque sabía que iba a ser un relato minucioso y largo. Y lo que me contó fue, en efecto, minucioso y largo, pero también sorprendente y agradable, como casi todo lo que ella me cuenta.

Los Libros de Historias Perdidas, provienen de un lugar muy raro, donde se hacen objetos que recogen, guardan o encuentran, las cosas que la gente pierde u olvida. Y esos Libros están creados para recoger en sus páginas las historias que la gente nunca escribe y debería, los cuentos que se cuentan al aire y se olvidan luego, los libros que se queman y no se reimprimen, en fin, las historias perdidas que alguien ha contado alguna vez, pero que, por razones de diversa índole, no se conservaron por escrito. El Libro debió llegar hasta mis manos por alguna razón en especial, y por medios extraños, según me explicó La Niña, pues es raro que alguien se tope con ellos y más raro aún que los conserve.

Todo el asunto era un poco desconcertante para mí.

Ella lamentó un poco no haberlo reconocido en el acto, y yo le dije que no se preocupara, porque los niños suelen ser siempre un poco distraídos.

Me dio gusto saber que ella tenía un vínculo por aquí, un vínculo que no fuera yo o lo que yo soy. Aunque no estoy en mi total juventud aún falta tiempo para que muera, o al menos eso espero. Y aunque la niña lleva años conmigo, sé que algún día se irá de esta casa y hará las mismas cosas que hace ahora, las cosas que hacen todos los niños, pero en otro sitio. Así que me tranquiliza saber que tiene algo que llevarse con ella.

—¿Y cómo sabes que es un Libro Perdido? —le pregunté intrigado.

—De Historias Perdidas —me corrigió—, aunque él mismo se perdió por aquí. Y lo sé porque los libros como éste no acostumbran quedarse con las personas, no con las personas comunes al menos, probablemente se encontró extraviado cuando no pudo hallar la forma de salir de entre tus cajas polvosas. Si lo hubieras donado ese día en la escuela, a lo mejor no hubiera llegado a ningún niño, sino que hubiera regresado al país del que te conté. Este tipo de Libros son raros también porque tienen un poco de voluntad propia, ya lo viste tú mismo.

Le dije que cuidara mucho El Libro, porque a veces los niños suelen ser descuidados, y se lo regalé, envuelto en papel azul celeste. A ella le dio mucho gusto su regalo y dijo que se lo prestaría a sus amigos para que lo leyeran también. Sabe que es suyo porque yo se lo regalé, pero también porque es un poco como ella.

He llegado a pensar que El Libro se quedó conmigo sólo porque La Niña iba también a llegar a mi vida y Él, de alguna manera, con esa especie de voluntad propia que tienen los objetos inanimados con cierta energía, lo supo y se quedó. Los niños especiales necesitan juguetes especiales.


* * *
No hace mucho tiempo La Niña trajo a casa a otro pequeño, me lo presentó como su compañerito de juegos y me explicó que lo había invitado a casa para prestarle un libro. Cuando pasó corriendo escaleras arriba se detuvo a la mitad para voltear a verme y me dijo —en voz muy alta para que la oyera el niño— que a su amiguito le gustaban mucho los cuentos, en especial de horror, luego me guiñó un ojo y corrió escaleras arriba. Al bajar llevaba El Libro y un rompecabezas.

Al rato la niña había armado una parte del rompecabezas y el pequeño la miró un poco enfadado, cerrando El Libro.

—Ten tu libro —le dijo devolviéndoselo—, los dibujos están padres y todo, pero este es un cuento de hadas, y a mí los cuentos de hadas no me gustan.

Cuento escrito por ahí de 1999. Publicado en los Cuentos Compactos - Literatura Fantástica.

martes, 1 de abril de 2008

miércoles, 27 de febrero de 2008

Poetas

Foto de Oma



Poeta
Me dijo que había visto la Vía Láctea,
colgando en el desierto.
De un hilo negro colgaban sus palabras.

Blanca Mart (en Avatares, Ediciones Guajolote)


Las seis
Me gusta esa hora del amanecer
en la que la luz es todavía oscura
y nada tiene aún ningún color definido;
esa hora incierta,
en la que las sombras aún no se han ido
y las que tienen que llegar, esperan, en algún rincón, adormecidas.

Me gusta esa hora del amanecer,
en la que se mezclan, en las calles ligeramente iluminadas,
los últimos borrachos con los primeros ejecutivos.
Uno puede ver a esa hora, en una gran avenida
un cuerpo levemente intoxicado, cansado, desecho,
que ha dejado su vida en las luces tenues de un bar,
y ha vivido su soledad al lado de una silla vacía,
con un whisky compañero,
con las venas cansadas
y que sale a la luz sin quererlo del todo
para esperar que pasen esas horas
en las que el olvido se olvida
y tan solo se sobrevive.
Y a su lado, corriendo ágil y atlético,
alguien ha empezado un nuevo día,
con un zumo de naranja compañero,
y corre y corre
y espera, de otro modo
que vuelva la noche,
para olvidar también
pero su olvido es el sueño,
dulce, plácido, suave, sereno.

En esa hora, se cruzan tan diferentes
personas que, sin querer, sólo quieren lo mismo,
sumergirse
en unas pocas horas de olvido.

Me gusta esa hora del amanecer
en la que todo se mezcla, y una
puede sentarse en un tren, cansada,
entre un vagabundo y un hombre de traje oscuro,
que piensan,
sin saber que están pensando cada uno lo mismo.
Otro día.

Me gusta esa hora del amanecer
iluminada y oscura, llena y vacía,
donde nada aún es nada.

Me gusta la incertidumbre de los grises,
la claridad atenuada por las últimas sombras de la noche,
la confusión.
Y no saber si quiero ser la que amanece o la que vuelve.
Me gusta del amanecer, esa hora perdida,
en la que al ritmo del tren que me lleva, o que me trae, a veces,
pienso que soy la última de una noche larga, de luces, colores y vino,
o la primera, quizás, de un día sereno.
A veces soy el vagabundo,
a veces, aquél del traje negro,
a veces sólo una persona, en un tren, a una hora incierta.

Me gusta del amanecer, esa hora, vacía y quieta.
ele







Foto de oma

Vientos
Vientos extraños mecían las mentes
de híbridos hormigas con cabezas dormidas,
olas terribles ahogaban neuronas, arrullándolas en la rutina.
Con los ojos cerrados esperaban la muerte, pacientes, sin vida,
un huracán se llevó hace tiempo a la fantasía.
Sólo algún loco gritaba de pronto: “!Quiero tenerla!, ¡quiero una vida!”
“!Quiero pasiones, desorden, desorden!”,
y callaba enseguida
y volvía a mecerse despacio en la monotonía.
Se oyó un grito desgarrado aquel día
de una pobre mente muerta que quería estar viva.
Olas gigantes llenaron, de pronto, una mente vacía.
“¡Un milagro!”, se oyó que decía,
pero se marchó enseguida,
muy lejos de todo,
de las mentes hormiga,
que al verlo partir, respiraron contentas
el suave aire de su estabilidad adormecida.
ele


Fotos de Oma









Búsqueda
Dejé de buscar un segundo
lo infinito y lo eterno.
Estuve quieta un segundo
y fui lo infinito, y fui lo eterno.
Quise perderme y ahogarme en la locura
matar el ansía,
perder el miedo.
El viento ya no soplaba
y aquel momento,todo fue calma,
perdiendo lejano al absurdo,
apaciguada, lloraba.
Pero sólo fue un momento.
Algunas lágrimas ahogaron,
la terrible sed,
de saber,
de entender y saltar
y romper murallas.
Y viví un instante así, sosegada.
Pero el deseo era intenso
y la pasión gritaba
y gritaba la mente
y la piel, y el alma.
Y otra vez me encontré
caminando perdida.
Y otra vez, sin querer,
buscaba.

ele













Foto de Gerardo Pellicer

sábado, 23 de febrero de 2008

Clonalidad?

Blanca Mart
Imagen: Sergi M. Casals

“Esto si que no lo voy a aguantar. Simplemente soy un clon. Nací por clonación y ahora resulta que eso es poco menos que un delito... Jamás en el Departamento Espacial me habían dicho nada al respecto”.

Nunca, nunca me habían explicado nada en el Departamento Espacial de Astrax II. Ayer ocurrió todo; en unos segundos tuve que cambiar mi percepción de la vida. Y todo ocurrió
porque se han promulgado nuevas leyes, pero no en los asteroides de Los Confines. No. ¿Pueden creerlo?: en Tierra. ¿Qué demonios nos importan a nosotros?
Vivimos aquí en estos páramos. Porque todos lo dicen, esto es un páramo estelar como hay pocos. Nosotros, los del equipo, vivimos en la Zona (hace tiempo que dejó de llamarse Base); vivimos aquí y nos enfundamos en nuestros trajes y salimos al espacio exterior y tomamos mediciones y limpiamos la zona y destruimos los cúmulos que aparecen insidiosamente, reordenamos velocidades y direcciones: organizamos el caos y, todo eso no es más que una parte mínima de nuestro trabajo. Lo dicho: Somos unos profesionales de primera. Nuestro diseño genético es tan adecuado que hemos tenido Premios de la Real Academia de Astrax II.
Todo Iba bien. Todo iba bien. ¿Por qué demonios tenían que meterse los terrestres? Yo creía que nos habían olvidado.

Bien, hicimos una Asamblea Extraordinaria. Tuvimos que consultar los programas pues ya nadie se acuerda como se organizan estas cosas; nosotros normalmente hablamos todo sobre la marcha y actuamos según las necesidades que van apareciendo en el espacio y no vemos nada claro como responder a ese aviso de Tierra diciendo que estemos preparados para recibir a la nave “Magníficus” que aterrizará en diez días en nuestras pistas.¿? También que debemos entregar todos nuestros programas a los militares que lleguen. Ellos organizarán el trabajo y que no se nos ocurra desobedecer pues sería considerado delito de rebelión. Que no olvidemos las leyes que rigen a los robots pues también nos afectan por nuestra genética especial.
Especial, ¡no te jode!
Nadie entendía nada así que organizamos la Asamblea. Llevamos vino azul de las uvas de Baitinia II y Carne de jabalí sintética y clonada. Erha, que es una de mis gemelas, montó una parranda como no te puedes creer. Trajo música tecno y, suerte que el vicepresidente de la Asamblea, Tarso, que es más serio, puso música clásica porque sino no hubiéramos podido hablar con tanto ruidero.
Pero en definitiva lo que había que hablar era elemental y clarísimo: Venían los de Tierra. No sabíamos siquiera como sería su aspecto pero sí sabíamos que venían a fastidiar. En eso estábamos todos de acuerdo, así que a gritos preguntábamos que demonios teníamos que hacer y yo, que había sido nombrado Presidente propuse no hacer nada, ni siquiera trabajar, hasta que la nave terrestre llegara, pues sino, todo iban a ser reclamaciones.
Aprobaron la propuesta por unanimidad aplaudiendo y lanzando vítores y aclamaciones.
Cerramos la Asamblea bailando nuestro baile tradicional enlazándonos por los hombros e imitando el rumor de las olas de los mares de Los Confines y luego nos despedimos unos de otros abrazándonos y proponiéndonos hacer más asambleas de aquellas, pues por cierto que la habíamos disfrutado.

De todas formas, la melancolía se enquistó en nuestros corazones cuando nos dimos cuenta que se nos iba a hacer muy pesado estar unos días sin trabajar y aunque, no lo hicimos, sé de muchos que propusieron hacer más asambleas.
El espacio siguió fluyendo ante nosotros, las porquerías que llegaban de Tierra se fueron estabilizando a nuestro alrededor, el caos se desorganizaba ante la amenaza de los restos de cúmulos flotantes.
Pero nosotros no queremos líos; siempre hemos trabajado a gusto, generación tras generación, sin tener que estar mirando el cielo.
Así que durante diez días nos sentamos y esperamos la llegada de “Magníficus” que dando muestras de una ineficiencia total, tardó casi un mes.
A estas alturas los asteroides apenas se podían ver, rodeados como estaban de la zozobra mental que nos invadía y de las energías perdidas. También, por supuesto, rodeados de toda la basura que, de rebote, llegaba de las constelaciones de influencia terrestre. Pero, en fin, así son las cosas y mal vamos sino tomamos con calma los diferentes avatares de la vida.
El día treintavo, Klonius, un amiguete de la banda de los “Cantantes de Cuarzo”, avisó que recibía una frecuencia alterada.
Fuimos todos corriendo y como no cabíamos en la cabina entramos sólo Pólux y yo, Jasón de Klonus, que siempre me anda tocando todo, con eso de que soy el jefe, así que, para que los que se tuvieron que quedar fuera no se enfadaran pasamos el mensaje por la pantalla de luz y sonido.
No sirvió de mucho puesto que sólo se oía:
“...No...rizar. No (sonidos extraños) ...rizar...” y “Da....dadas”.
Todos aplaudieron emocionados pues, quiera que no, era interesante oír un rugido-sonido nuevo, como aquel. Decidimos emitir avisando que no se entendía nada y fuimos repitiendo el mensaje durante diez tiempos de alfa-omega.
Entretanto hicimos otra Asamblea en la que Marea y yo enloquecidos de felicidad por el descubrimiento de nuestra mutua atracción química, decidimos casarnos e inmediatamente empezamos a dar las instrucciones al Laboratorio para que fueran preparando los tejidos de los que se clonaría a nuestros futuros hijitos e hijitas ya que como los de Programación del Laboratorio mezclan los códigos con imaginación, nunca sabemos lo que va a salir.
Pero no nos importa, nos gustan las emociones fuertes.
Así estaban las cosas cuando la Magníficus dejó de transmitir. Tuvimos unas horas de paz y luego los de la Torre de Avistamiento del Paisaje dijeron que había una porquería nueva entre las basuras del caos estelar.
Rápidamente nos pusimos en acción y los del radar se dispusieron a salir. Vimos en pantalla como se acercaban y capturaban el objeto. Rápidos y eficientes como siempre. Así trabajamos nosotros. Lo que nos sorprendió es que en lugar de destruir, reciclar o reorientar la basura, según el caso, la empezaron a remolcar hacia nuestro asteroide.
Cuando se acercaban, pudimos discernir que el cuerpo en cuestión bailoteaba y según la lectura de la pantalla estaba vivo. Y tan vivo, al llegar a tierra y abrir su traje de paseo vimos que era una mujer. Definitivamente, enana; debía medir algo así como un metro setenta, pero tenía una cabeza, dos brazos y dos piernas como nosotros, sólo que más bajita y más pesada. Todos estuvimos de acuerdo en que era muy guapa aunque hablaba con graznidos y gestos descorteses e imperativos que pronto nos empezaron a cansar.
Así que cuando nos amenazó con un láser y por el traductor entendimos que nos conminaba a seguirla o destruiría esta mierda en donde vivíamos –y dijo, la mierda esa, refiriéndose a nuestro asteroide –alguien-, creo que fue Altain Clonus de la familia de los Aerolitos le soltó un puñetazo en el estómago y sólo así cerró la bocota.
Luego, en honor de la verdad, la cosa se disparó un poco, pues la terrestre le sacudió con su casco a Erión que ni había pestañeado pero estaba cerca y su gemela Alaena le soltó una bofetada a la graznadora visitante.
Cuando los ánimos se calmaron después de quitarle el láser de paseo a la graznadora, pudimos hablar y con el traductor nos enteramos de que no se podía trasmitir por culpa de los inmensos –y dijo inmensos la muy enanita- bloques de masa y energía que rodeaban nuestro Asteroide y exigía –aunque esta vez lo dijo más suave-, que saliéramos a hablar con la Magníficus porque sino nos abandonarían a nuestra suerte y la zona sería clausurada. El oír muchas idioteces seguidas suele provocarme un buen dolor de cabeza, así que dije que lo que se clausuraba era la asamblea, pues supuse que todos reunidos discutiendo algo, era una asamblea. Le dije a los del grupo Nardus que la llevaran al bar que iban a cantar los de la banda de Zarcus y que no la perdieran de vista hasta que yo regresara.
No sé si iba contenta o furiosa porque igual graznaba.
Así que ahí voy...Me puse mi traje de paseo y con Castor porque Pólux dijo que preferiría ir a lo de la cantada nos dirigimos al espacio en busca de la Magníficus.

Con los años, en la Leyenda de los Mundos Clónicos, las cosas se distorsionaron un poco. Hay un poema que dice así:
“Y llegaban los humanos,
Muchos, varios.
Y todos eran iguales,
en su violencia, en su gesto que se desdoblaba y perdía
en el aliento fresco del silencio.
Aquel ocaso, hecho de pérdidas, ellos, asustaron a las garzas”.

Yo no sé que coño tiene que ver eso con lo que pasó aquel día y que Cástor y yo vivimos. Hay otro canto que dice:
“El humano era igual al humano
y sembraba la muerte,
y adoraba el poder
con el ansia de las garzas locas
que trazan círculos perdidos en los páramos de Baitiana”.
Porque aquel día Cástor y yo cruzamos el espacio sorteando el desorden ocasionado en el caos y al salir de él pudimos ver una nave, no demasiado grande comparada con la nuestra.
La verdad, la Magníficus, nos decepcionó.
Y dentro, fue peor.
Nos permitieron entrar después de múltiples radares y precauciones y, luego, toda la banda de enanos –no había ni uno que llegara a los dos metros-, se puso a graznar y a amenazar y yo, con eso de que era el Jefe, pues me había armado de paciencia, aunque todo tiene un límite. Al final el jefe de ellos, me mostró a sus soldados, todos vestidos iguales, andando igual, saludando igual y, por lo que oí, graznando igual sus múltiples amenazas. No es cierto lo que cuentan. No es cierto que el jefe terrestre me golpeara con el índice en el pecho diciéndome: “Tú, clon, tú robot, tú inferior. Yo: Humano. No es cierto que yo le fulminara con el rayo implacable de mi ira hecha fuego galáctico. Bueno, lo primero, sí. Sí dijo: Tú clon, etc, etc,,,” y él, el super-ser; vaya, el humano.
Yo estaba admirado de su seguridad e iba pensando que quizás podríamos aprender algo, porque vamos, ¿cómo hablaba con el gesto adusto de la sabiduría absoluta si no lo sabía todo?
El caso -al fin, lo dijo, y ya no me sonó tan sabio- era que quería militarizarnos.
Parecía que le gustaba la fuerza, el poder, y su plan era muy simple:
“Bajar a ese asteroide y daros leyes nueva, uniformes y eficiencia”. Y la palabra eficiencia cobraba en su boca una dimensión avasallante, casi obscena.
Sentí cierta inquietud e intenté razonar con él. Nunca había visto un humano. Nada sabía de los terrestres, aunque las leyendas dicen, que por el poder matan a sus semejantes, contaminan los aires y las aguas. Incluso que destruyen por placer.
Pero las leyendas siempre exageran.
El caso es, que Cástor protestó diciendo que aquello era absurdo. Y ¿qué creen? El humano le golpeó, fría, sistemáticamente, y enunció una ley, y lo hizo de forma muy explícita.
“Según la Ley 1082 del Código terrestre respecto a población clónica, los nacidos por clonación carecen de derechos como seres humanos”. Deberán ofrecer su trabajo a la sociedad y a cambio serán protegidos”.
Fue la sonrisa fría del humano y la pasión descontrolada de Cástor lo que me motivó a hacer el gesto. Crucé mis dedos sobre el codo de mi hermano y, éste, inmediatamente, se controló.
Luego, vinieron más palabras y graznidos. Y al fin, nos permitieron regresar a Astrax II acompañados de dos soldados. Les expliqué pacientemente, que debíamos pasar de dos en dos, entre el organizado caos de la basura y, eso, guiándoles nosotros. No tuvieron más remedio que acceder.
Durante el viaje de regreso pensé en la peregrina idea del humano. ¿Gentes sin derechos? Jamás habíamos hecho nosotros algo así y eso que con lo imaginativos que son los de Laboratorios, muchas veces salen grupos de diferente color de piel o estructura. Lo que el terrestre proponía era tan ridículo como quitarle los derechos a los azules, o a los bajos, o a los de diferente sexo...
Ridículo. Pero en el espacio, rodeado de la basura de las estrellas, mi mano soltó la basura que arrastraba y el soldado humano se alejó en la danza de la muerte.
Cástor ya flotaba solo delante de mí.

Les dimos coordenadas de aterrizaje y ellos se estrellaron solos, eficientemente. Y una parte de nuestro asteroide ardió y brilló durante un breve tiempo alfa-omega.
La mujer humana lloró y gritó y se admiró de que hubiéramos entrado en el ordenador de la pequeña nave terrestre y de que aun nos hubiera dado tiempo de mandar un mensaje a la Tierra, explicando que todos los clones habían muerto por un extraño virus (parece ser, que eso les suele fascinar). La zona debía ser clausurada y luego, la Magníficus explotó.

Han pasado los años y seguimos creando garzas blancas y flores rojas y azules y organizando el caos y limpiando la basura.
La única humana que tuvimos recobró la alegría e hizo familia con Erión, al que llama “mi altote”. Tienen hijitos –pues ellos son el futuro-, y se dedica a escribir sobre la psicología de la Divina Garza.
Todo está bien. Sólo que las leyendas siguen exagerando: Nunca, yo, Janos de Klonus, el jefe, me transformé en rayo de fuego. Nunca –acompañado de mi fiel Cástor- , surqué el aire perseguido por la Magníficus.
Sólo huí de ellos; pues ocurría que golpeaban fríamente y lo justificaban con leyes. Sólo temí que no respetaran la vida. Sólo -deberían cantar en las gestas- había ocurrido que deseaban uniformarnos y, a nosotros, los clones, nos gustan las formas diferentes, los colores nuevos, los perfumes diversos del mar de las garzas.
En fin, así es la clonalidad.
(Este cuento ha sido publicado en la antología "Archivo Hurus II" por editorial Lectorum)

Amorhumanis

Esta sección invita a la reflexión sobre el motor del mundo...

Amor a la vida...
Quiero compartir con vosotros esta entrevista de una joven centenaria que hace pensar...

RITA LEVI-MONTALCINI, NEURÓLOGA, PREMIO NOBEL DE MEDICINA

Soy de familia judía, pero soy laica: abogo por los valores éticos sin esperar recompensas en otra vida. La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nóbel.


¿Cómo celebrará sus 100 años? - Ah, no sé si viviré, y además no me placen las celebraciones. ¡Lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día!

¿Y qué hace?
Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando, sigo pensando...

No se jubila.
¡Jamás! ¡La jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila,y se abandona... Y eso mata su cerebro. Y enferma.

¿Y cómo anda su cerebro?
¡Igual que a mis 20 años! No noto diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelo a un congreso médico...

Pero algún límite genético habrá...
No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo..., pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!

¿Cómo lo hace?
Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones, ¡pero para ello conviene estimularlas!

Ayúdeme a hacerlo.
Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará.
¿Y viviré más años?
Vivirá mejor los años que viva, que eso es lo interesante. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones...

La suya fue la investigación científica...
Sí, y sigue siéndolo.

Descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso...
Sí, en 1942: lo llamé nerve growth factor (NGF, factor de crecimiento nervioso), y durante casi medio siglo estuvo en entredicho, ¡hasta que se reconoció su validez y en 1986 me dieron por ello el premio Nóbel!

¿Cómo fue que una chica italiana de los años veinte se convirtió en neurocientífica?
Desde niña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería casarme bien, que fuese buena esposa, buena madre... Y yo me negué. Me planté y le confesé que quería estudiar...

Qué disgusto para papá, ¿no?
Sí. Pero es que yo no tenía una infancia feliz: me sentía patito feo,tonta y poca cosa... Mis hermanos mayores eran muy brillantes, y yo me sentía tan inferior...

Veo que convirtió eso en un estímulo...
Me estimuló también el ejemplo del médico Albert Schweitzer, que estaba en África para paliar la lepra. Deseé ayudar a los que sufren, ¡ése era mí gran sueño...!

Y lo ha hecho..., con su ciencia.
Y, hoy, ayudando a niñas de África para que estudien. Luchemos contra la enfermedad, sí, ¡pero todo mejorará si acaba la opresión de la mujer en esos países islamistas...!

La religión ¿frena el desarrollo cognitivo?
Sí, la religión margina a la mujer frente al hombre, la aparta del desarrollo cognitivo.

¿Existen diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer?
Sólo en las funciones cerebrales relacionadas con las emociones,vinculadas al sistema endocrino. Pero en cuanto a las funciones cognitivas, no hay diferencia alguna.

¿Por qué todavía hay pocas científicas?
¡No es así! ¡Muchos hallazgos científicos atribuidos a hombres los hicieron en verdad sus hermanas, esposas e hijas!

¿De veras?
No se admitía la inteligencia femenina, y la dejaban en la sombra. Hoy,felizmente, hay más mujeres que hombres en la investigación científica: ¡las herederas de Hipatia!
La sabia alejandrina del siglo IV...

Ya no acabaremos asesinadas en la calle por monjes cristianos misóginos,como ella.
Desde luego, el mundo ha mejorado algo...

Nadie ha intentado asesinarla a usted...
Durante el fascismo, Mussolini quiso imitar a Hitler en la persecución de judíos..., y tuve que ocultarme por un tiempo. Pero no dejé de investigar: monté mi laboratorio en mi dormitorio... ¡y descubrí la apoptosis, que es la muerte programada de las células!

¿Por qué hay tan alto porcentaje de judíos entre científicos e intelectuales?
La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nóbel...

¿Cómo se explica usted la locura nazi?
Hitler y Mussolini supieron hablar a las masas, en las que siempre predomina el cerebro emocional sobre el neocortical, el intelectual. ¡Manejaron emociones, no razones!

¿Sucede eso ahora?
¿Por qué cree que en muchas escuelas de Estados Unidos se enseña el creacionismo en vez del evolucionismo?

¿La ideología es emoción, es sin razón?
La razón es hija de la imperfección. En los invertebrados todo está programado: son perfectos. ¡Nosotros, no! Y, al ser imperfectos, hemos recurrido a la razón, a los valores éticos: ¡discernir entre bien y mal es el más alto grado de la evolución darwiniana!

¿Nunca se ha casado, no ha tenido hijos?
No. Entré en la jungla del sistema nervioso ¡y quedé tan fascinada por su belleza que decidí dedicarle todo mi tiempo, mi vida!

¿Lograremos un día curar el alzheimer, el parkinson, la demencia senil...?
Curar... Lo que lograremos será frenar, retrasar, minimizar todas esas enfermedades.

¿Cuál es hoy su gran sueño?
Que un día logremos utilizar al máximo la capacidad cognitiva de nuestros cerebros.

¿Cuándo dejó de sentirse patito feo?
¡Aún sigo consciente de mis limitaciones!

¿Qué ha sido lo mejor de su vida?
Ayudar a los demás.

¿Qué haría hoy si tuviese 20 años?
¡Pero si estoy haciéndolo!

jueves, 21 de febrero de 2008

El remiendo del cielo

El remiendo del cielo
Por Elena Pujol




Durante cientos de años habíamos creído en la palabra de los científicos. Después del vacío que provocó la muerte de todos los mitos y las religiones en una gran cantidad de seres que habían basado su existencia en la creencia y en la fe, vino, por supuesto, un periodo de crisis. Pero enseguida la ciencia se hizo cargo de todo y, poco a poco, se demostró que, en efecto, en algún momento hubo un dios, pero que hacía millones de años que ese dios, esos dioses, más bien, criaturas extrañas que habitaron el universo quién sabe hace cuánto tiempo (nadie llegó a entender esas unidades de medida tan complicadas que los científicos utilizaron para dar la noticia), como los dinosaurios, se extinguieron también, aunque sin dejar huellas tan claras de su paso.
Pero lo habían demostrado. Largas ecuaciones para explicar el origen del primer mito demostraban que el ser humano no sólo no contaba con el perdón de un dios inmortal y protector, sino que además era el único ser que poseía plena conciencia de sí mismo y de su existencia en todo el universo conocido.
Al principio hubo caos. La noticia causó conmociones e incluso revueltas, hasta que libros más ligeros, diseñados para que un niño de cinco años pudiera comprenderlos, explicaron a las masas el proceso, los argumentos y las conclusiones. En efecto, ya no había Dios. El ser humano debía redescubrirse, solo consigo mismo, debía inventar un destino, un sentido, y hacerse cargo de sí.
Y con el paso de los siglos las religiones y los mitos murieron y el ser humano aprendió que era él, solo, el responsable de su vida y de sus actos. La Teoría del Polvo Cósmico adquirió popularidad, y aunque la religión había sido completamente olvidada la frase “del polvo vienes y polvo serás” adquirió un nuevo sentido: el Polvo Cósmico, eso éramos, millones de partículas integradas momentáneamente en forma de seres humanos, que al desintegrarse volverían a convertirse en polvo cósmico, polvo espacial, interestelar.
Al parecer, esta idea generó nuevas esperanzas; ya no había un paraíso por el cual sufrir, ahora se podía ser feliz aquí en la tierra, la humanidad había adquirido ese derecho, y luego: polvo cósmico viajando por todas las galaxias, por todos los universos.
Y todo estuvo mejor. El sol girando alrededor de La Galaxia, los planetas alrededor del sol, las estrellas titilando y viajando por el universo, y La Galaxia moviéndose también por espacios desconocidos, y en aquella inmensidad una nueva humanidad, un poco más serena que las que habían existido en el pasado, aprendió a vivir sin remordimientos en un universo en donde a pesar del caos aparente todo era orden.
La Teoría del Orden Galáctico tuvo tal éxito que la humanidad acabó ordenándose a sí misma. Se olvidaron las guerras, los fanatismos... la ciencia era el progreso, la armonía y la paz. Todos querían descubrir, inventar, crear, pensar en el Polvo Cósmico viajando entre estrellas y universos...
Por fin el ser humano había olvidado el caos y ahora lo unificaba todo en un orden perfecto y armónico: la Paz Cósmica.
Y durante cientos de años todos creímos en la palabra de los científicos.
Hasta aquella noche. “Un eclipse singular”, habían anunciado. Pocos habitantes del planeta se lo perderían. Los fenómenos como el movimiento de los planetas, el crecimiento de las plantas y las leyes físicas y químicas que regulaban el orden de las cosas eran admirados por todos y todos querían verlos. Así que esa noche al menos tres cuartas partes del planeta habían salido a contemplar aquel “eclipse singular”. “¿Qué es eso?”, se preguntaban, “¿un eclipse singular?”.
Entonces sucedió, ante la mirada atónita de millones de personas: el cielo se rajó. Primero una pequeña lucecita blanca en la noche oscura, que poco a poco creció hasta convertirse en una gran grieta, una raspadura de luz blanca en la noche. Y enseguida, sombras. Muchas sombras en la franja de luz que parecían intentar tirar de un lado de la grieta para unirlo con el otro. Lo lograron. La grieta se cerró y la noche volvió a ser oscura. “¿Eso era un eclipse singular?”, preguntaron algunos. Muchos se sintieron inquietos, ninguno de los miles de libros de divulgación científica, comprensibles hasta para un niño de cinco años, explicaba algún fenómeno similar al que había sucedido la noche anterior. Pero la inquietud no se quedó en eso. Al día siguiente, cuando las personas salieron a la calle en busca de los periódicos científicos intentando encontrar una respuesta, miraron, como era ya una costumbre hacer, el cielo, y lo que vieron allí los dejó mudos de asombro. En el cielo azul, claro, despejado de nubes, se podía observar, allí donde la noche anterior parecía haberse resquebrajado, un remiendo. Una larga grieta remendada.
La tensión aumentó. Los periódicos científicos no daban ningún tipo de información. Nadie sabía qué sucedía. “¿La ciencia no tenía una respuesta?”, “¿podíamos seguir confiando en la Teoría del Polvo Cósmico?”, “¿era cierto el estricto orden del universo?”.
Y entonces se supo. Gracias al periodista científico más reconocido en todas aquellas cuestiones de encontrar trampas e informaciones falsas, una ladilla para el cuerpo científico que quisiera mantener un secreto y un héroe para las masas deseosas de conocer todo lo que sucedía. Lo dijo suavemente, cabizbajo, casi sin querer creerlo él mismo..., todo era mentira. Todo. El sol, los planetas, las galaxias, la redondez de la tierra, los viajes espaciales...
“Se ha vuelto loco, claro”, dijeron muchos, pero eso sólo había sido la primera grieta, la primera resquebrajadura, como aquella que se veía imponente y remendada en medio del gran cielo azul. La información ya se había filtrado y no pasaron muchos años hasta que se supo: el periodista loco tenía razón. Todo era mentira, y al final la verdad no era otra que aquellos rumores que circularon en aquel periodo oscuro y lejano de la humanidad, en el que alguien dijo que la tierra estaba rodeada de un gran manto, oscuro por la noche e iluminado de día, y que las estrellas no eran más que hoyos en ese manto, y, ¿tras él?, quizás algo nos observaba.
La humanidad se quedó helada. Todo el esfuerzo de los científicos por inventar un universo armónico y pacífico cayó por los suelos. Pero nadie se enfadó con ellos. Al fin y al cabo sólo buscaban que nos sintiésemos mejor.
Y, ¿ahora? Ahora ya nada es lo mismo.
Todos esperamos. Esperamos y miramos el cielo, y cada día despertamos deseando que todo haya sido un sueño y que la verdad que inventaron los científicos siga siendo la de siempre, y vivir en un planeta que gira alrededor del sol y de una galaxia, y convertirnos al final en ese infinito polvo cósmico y surcar los espacios..., pero entonces miramos el cielo y la vemos ahí, la grieta remendada, y recordamos que ya no sabemos nada y, como los antiguos galos, tememos que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.
No somos ingratos. Agradecemos a los científicos todos estos siglos de paz.
Porque ahora tememos...

(Cuento publicado en la revista Cuiria, núm. 16, 2006)

lunes, 18 de febrero de 2008

Arthumanis

En esta sección los humanis expresamos nuestras diferentes proyecciones artísticas.


Pintura al óleo


Verano noruego.
Humanisrojo


Otoño noruego.
Humanisrojo.


Transición.
Humanisrojo.


Tomando el sol.
Humanisrojo.


Acrílico

cactus en el desierto. ele.

pájaros. ele.

flor. ele.

hielo. ele.


marte. ele.

Dudarium

Humo

Bueno, acaban de decir que se prohibe fumar en los lugares cerrados del D.F. y dejarán unas pequeñas secciones para fumadores para que la gente pueda ejercer su derecho a respirar aire libre de tabaco. Me parece muy bien pero tengo una duda. Yo quiero ejercer mi derecho a caminar por la ciudad sin respirar monóxido de carbono así que propongo que se hagan placitas pequeñas y cerradas para que la gente que quiera usar el coche de vueltas ahí y por el resto de la ciudad se construyan transportes públicos no contaminantes y pistas para bicicletas ¿a quien le explico mi derecho?, ¿me harán caso? ¿o hay más conductores que fumadores y no se dejan? porque creo que los coches contaminan más. O igual no.

viernes, 15 de febrero de 2008

Relaxarium

Fotos de Oma













































































































Navegar,
mirarte es navegar.
Viajar por suaves ondulaciones que se mecen constantes a ritmos vertiginosos.
Navegar...
ele

















Humanis rojo
No pienses luego vive. !!-humanis rojo--!!
(Relaja tu mente mientras ves estas fotografías)






















Atardecer, el principio de un nuevo dia


*Si hoy ha sido uno de esos dias, te propongo esta actividad.Ponte unos auriculares, activa el video inferior, date 3 minutos, cierra los ojos y deja de pensar...).



Te has dado cuenta, lo has sentido... entonces lo sabes, eres un humanis.

Más mar.



Navegar exterior...


Luna, Humanisrojo.


Luna, Humanisrojo.


Luna, Humanisrojo.


Luna, Humanisrojo.

Navegar interior ...


Cueva, Humanisrojo.

jueves, 7 de febrero de 2008

Ser humani


“Ven que te acaricie, que te abrace. Soy la brisa nocturna que morirá antes del alba”. Así llaman las mujeres pastún a sus amantes. Así te llamamos nosotros, ávido humanis. Te invitamos a sentir esa ligera brisa que se construye con palabras, con música, con pasión... Y es que hemos pensado una cosa y hemos llegado a una conclusión. En este mundo, aunque todos tengamos el mismo aspecto, allí dentro, en alguna profundidad de la mente o ¿del alma?, o en algún gen, hay algo que distingue, de los millones de habitantes, a unos curiosos seres que, sí, parecen humanos, pero, del todo, no lo son. Son humanis, lo mismo, la misma especie, pero con algún cable, alguna neurona, algún desperfecto (aún no tenemos idea de qué) que los lleva a explorar caminos a veces sinuosos, a veces placenteros, en algún desesperado intento por tocar ese algo infinito que casi siempre, entre prisas y cotidianidades, se escapa.
Somos exploradores, buscantes, y sí, un poco utópicos. Por eso en este pequeño, pequeñísimo espacio queremos construir un mundo nuevo. Una realidad alterna que quizás, algún día, pueda ser. Construir un poco. Entre todos, buscar la forma.
Sabemos cómo es este mundo, en apariencia. Hay de todo. El ser humano ha creado maravillas y sufrimientos, magia y dolor. Y a nosotros nos gustaría lo que a todos: ser más felices, vivir mejor, que no quedase una huella de sufrimiento... y puestos a soñar, una humanidad feliz.
Pero claro, somos cinco, y siendo realistas, no es mucho. Por ahora, empezamos con lo que podemos. Un espacio creativo para humanis propositivos, que escriban, lean, pinten, bailen, rían, canten, disfruten, gocen o sufran en su proceso de búsqueda de algo que a veces ni siquiera sepamos muy bien qué es; que tengan ideas, que busquen la intensidad, la calma, la paz, la pasión, la melancolía... Total, que estén cansados o hartos, o hasta las mismísimas narices de ese plan hormiga tan de moda que propone comer, dormir, trabajar y mirar la tele.
No te recomendamos esta página (más que nada porque te aburrirás) si te gusta el gran hermano, si miras la televisión cada día, si eres un ser muy agresivo o excesivamente amargado, si estás a favor de la guerra, si no has tenido una sola idea durante los últimos años, si no te gusta leer...
Te la recomendamos ampliamente si eres creativo, si haces algo más, si piensas (de vez en cuando) en algo, si te interesa el mundo, si aún te queda un poquito de curiosidad al terminar el día, y mucha al empezarlo, si sientes a veces que conectas con pocos y que en el mundo, en general, ya hay demasiados autómatas.
Y te invitamos, si tienes algo que decir, a enviarlo. Si escribes y no te has animado a introducirte en las complicadas redes del mundo editorial, aquí puedes compartir tus ideas. Si haces música y tampoco te seduce el sinuoso camino de las disqueras, puedes enviar un link para que te oigamos. Si tienes ideas, sugerencias, fotos, pinturas poemas, opiniones, eres bienvenido al mundohumanis.
Todo lo que el ser humano imagina puede volverse realidad. ¿Y si yo imagino un mundo nuevo?
Ven, que he visto el infinito, dijo, y lo seguí.
Y allí estaba. El infinito.